Película recomendada: La habitación del hijo de Nanni Moretti

En una pequeña ciudad del norte de Italia, Giovanni (Nanni Moretti, un psicoanalista), vive felizmente con su mujer Paola (Laura Morante) y sus dos hijos adolescentes. La larga lista de problemas que le confían sus pacientes contrasta con su apacible y rutinaria vida familiar. Un domingo, es llamado urgentemente por un paciente y no puede ir a correr con su hijo Andrea (Giuseppe Sanfelice) tal y como tenia previsto. Andrea se va a nadar con sus amigos... y no volverá...

Conectarse con el dolor: recordar, sentir, llorar, reflexionar...

Es primordial que la persona que ha perdido un ser querido pueda conectarse con lo que siente desde el primer momento

(Extracto de algunas de las entrevistas que realicé a diferentes profesionales, entre los que había psicólogos, psiquiatras y terapeutas, en los programas que se emitieron a lo largo de tres años en Radio Energía).

Pregunta.- Seguramente te habrás encontrado a lo largo de tu carrera con muchas personas en proceso de duelo. ¿Porque es tan importante permitirse sentir durante el duelo?

Respuesta.- Es un punto fundamental. Como seres humanos parece que estamos preparados para enfrentarnos a casi cualquier cosa en la vida menos para la muerte de un ser querido ya que es algo tremendamente impactante, que nos resulta muy difícil  de aceptar y que nos puede llegar a desbordar completamente.

Lo que va a constituir todo el proceso del duelo dará comienzo a partir del momento en que tomamos conciencia de que esto que ha ocurrido es una realidad y esto nos permitirá elaborarlo mínimamente con las herramientas iniciales que tenemos en nuestro interior: recordar, sentir, pensar, llorar, reflexionar… Y en este proceso será  una parte fundamental permitirnos que surja todo lo que vamos sintiendo, lo que nos provoca esa realidad durante los distintos momentos que vamos atravesando, precisamente para poder transitar por todo ello, como un recorrido que tenemos que hacer.

Y de alguna manera como un trabajo que nos toca realizar durante todo el proceso. Es primordial que la persona pueda conectarse con lo que siente desde el primer momento.

P.- ¿El tiempo lo cura todo?

R.- Por desgracia es algo que se oye demasiadas veces,- no te preocupes, el tiempo lo cura todo, dentro de poco te sentirás mejor-. La realidad es que el tiempo en sí mismo no cura nada. Es como cuando tenemos una herida infectada y la tapamos con una venda, pero no le aplicamos el desinfectante o tratamiento adecuado. Acaba provocando fiebre o mayor infección.  El tiempo lo que puede hacer es enquistar algo. La pérdida de un ser querido es psicológicamente tan traumática como herirse o quemarse gravemente en el plano fisiológico y el proceso dependerá de las relaciones afectivas previas con el difunto, de las circunstancias de la muerte y de la forma de ser del que se queda. Dependiendo de cada caso el proceso será más o menos difícil, más o menos largo, pero en todos los casos será imprescindible realizar lo que se llama el “trabajo de duelo”.

P.- Háblanos del trabajo de duelo…

Para hablar de duelo se usan dos verbos: Estar y Hacer. Simplemente el "estar" no nos garantiza superar el sufrimiento y abrirnos nuevamente a una vida de bien-estar. Hacer el duelo implica que la persona se comprometa activamente en un trabajo personal. Hacer el trabajo del duelo permite enfrentar la realidad y vincularse con nuevas esperanzas y proyectos, rehacer la vida y aprender a vivir de una manera diferente. En el trabajo de duelo nos hundimos en el dolor, "bajamos la cuesta", luego" la remontamos" etapa por etapa, como en una montaña rusa, para finalmente alcanzar la serenidad y abrirnos nuevamente a la vida. En el transcurso del proceso que es el duelo se ingresa en un túnel de emociones, sentimientos, pensamientos, reacciones y acciones que parecieran no tener fin, y la tarea es recorrer ese pasaje de oscilaciones, dolor, pena  y  sufrimiento y poder salir, para reencontrarnos con nuestra propia vida, capaces de asumirla, aceptarla y vivirla plenamente.

P.- Me gustaría que opinaras sobre este texto extraído del libro de la escritora Rosa Montero,  “Hacer lo que se debe”

(Y, en efecto, yo no quería sentirme avergonzada por mi dolor. Soy de ese tipo de personas que siempre intentan “Hacer Lo Que Se Debe”, por eso saqué tantas matrículas de honor en el instituto. Así que procuré plegarme a lo que creía que la sociedad esperaba de mí tras la muerte de Pablo. En los primeros días, la gente te dice: «Llora, llora, es muy bueno», y es como si dijeran: «Ese absceso hay que rajarlo y apretarlo para que salga el pus.» Y precisamente en los primeros momentos es cuando menos ganas tienes de llorar, porque estás en el shock, extenuada y fuera del mundo. Pero después, enseguida, muy pronto, justo cuando tú estás empezando a encontrar el caudal aparentemente inagotable de tu llanto, el entorno se pone a reclamarte un esfuerzo de vitalidad y de optimismo, de esperanza hacia el futuro, de recuperación de tu pena. Porque se dice precisamente así: Fulano aún no se ha recuperado de la muerte de Mengana. Como si se tratara de una hepatitis (pero no te recuperas nunca, ése es el error: uno no se recupera, uno se reinventa). No es mi intención criticar a nadie al contar esto: ¡Yo también he actuado así, antes de saber! Yo también dije: Llora, llora. Y tres meses después: Venga, ya está, levanta la cabeza, anímate. Con la mejor de las intenciones y el peor de los resultados, seguramente.)

R.- Es cierto queen la sociedad en la que vivimos, predomina la idea de que debemos estar siempre alegres, felices, de buen humor,  y de no ser así es que estamos deprimidos y que somos negativos, y lo que tenemos que hacer, - nos dicen- es  “ponernos bien” para  retomar nuestra vida lo antes posible.  Todo esto produce mucha presión sobre el doliente por parte de la gente que le rodea, sean familiares, amigos o compañeros del trabajo, dificultando el proceso del duelo. Es  muy importante que  se respete el ritmo personal del duelo de cada persona sin exigirle que vaya más deprisa de lo que puede ir. Conozco casos de gente que a los seis meses de sufrir una pérdida muy importante, los llevan al psiquiatra alegando que están deprimidos y este les receta ansiolíticos o antidepresivos sin considerar que es absolutamente NORMAL que la persona esté decaída, triste y desmotivada. Al final lo que esto provoca es que la persona se distancie de “ese sentir” que hablábamos al principio y que es tan necesario para que el dolor no se “encapsule”.

P: - ¿Qué es necesario para conseguir una buena evolución del duelo?

Para conseguir una buena evolución del duelo es básico un adecuado apoyo social. Un buen acompañamiento que ayude a la persona a “normalizar” los síntomas que experimenta. Los expertos en duelo lo dividen en tres partes:

 • Círculo de convivencia: cuando el doliente vive sólo, la evolución del duelo es mucho peor  que si vive acompañado. Si el doliente tiene responsabilidad sobre hijos pequeños o  adolescentes, se compensa la desventaja de asumir en solitario la responsabilidad en el  cuidado de los hijos, con el estímulo que suponen estos para seguir viviendo.

Factores socioeconómicos: la situación económica en la que queda la familia tras la muerte,  puede ser un importante obstáculo para la elaboración del duelo, sobre todo, los casos de  viudas solas o con hijos, ya que habitualmente empeora su situación económica y se ven  obligadas a buscar otras fuentes de ingresos, a veces en condiciones muy precarias.

Creencias y prácticas que facilitan u obstaculizan un duelo sano: las creencias y costumbres  sobre el duelo, varían de unas culturas a otras y de unas religiones a otras e influyen en la orientación y elaboración del duelo, ya que en unos casos pueden favorecer la expresión de  sentimientos y en otros casos orientar hacia el estoicismo.